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Entonces Moisés tomó el resto de la sangre y roció con ella al pueblo diciendo:

— Esta es la sangre que confirma la alianza que el Señor ha hecho con ustedes, de acuerdo con todas las cláusulas leídas.

Moisés, en compañía de Aarón, Nadab, Abihú y los setenta ancianos de Israel, subió al monte, 10 y allí vieron al Dios de Israel: bajo sus pies tenía una especie de escabel de zafiro, tan resplandeciente como el mismo cielo.

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